miércoles, 31 de agosto de 2022

El Vado de las Ollas. Puerto y barco a finales del Siglo XVI

Según el Diccionario de la Real Academia Española, vado es el lugar de un río con fondo firme, llano y poco profundo, por donde se puede pasar andando, cabalgando o en algún vehículo. La mayoría de los caneneros conocemos el Vado de las Ollas, algunos nos hemos bañado en el río Guadalimar en esa zona y muchos de nuestros antepasados lo han cruzado por ese punto, bien vadeándolo, a pie o montados en una bestia, o en una barca que allí había.


En el plano parcelario del polígono n.º 3 de Ibros, del Instituto Geográfico y Catastral, de 19451, se pueden apreciar los distintos elementos existentes en aquella fecha. Aparece la presa, la casa de máquinas, varias casas, un transbordador. Estos elementos eran el resultado de las transformaciones que se habían realizado a principios del siglo XX, cuando se construyó una de las primeras centrales hidroeléctricas de la provincia de Jaén y de la cuenca del río Guadalquivir, iniciativa de la empresa Mengemor, que luego construiría otras, tanto en el río Guadalimar como en el Guadalquivir.


En este plano aparece como Vado de las Hoyas, pero estimamos que la grafía correcta es Vado de las Ollas, que es como se escribe en los documentos más antiguos.


La construcción de la presa del pantano de Giribaile, en la última década del siglo XX, transformó esa zona de nuevo y la base de la presa y las instalaciones anexas se emplazaron sobre el vado, de tal manera que hoy está modificada en buena medida la topografía del lugar y prácticamente han desaparecido los restos de anteriores construcciones, que suponemos que estarán al menos registrados en la prospección arqueológica que debió realizarse con carácter previo a la construcción de la presa.


Pero siglos atrás el Vado de las Ollas debió ser uno de los lugares de paso para cruzar el río Guadalimar cuando su caudal lo permitía. Y así lo podemos atestiguar mediante dos documentos de finales del siglo XVI que hemos encontrado en los protocolos notariales, en el archivo municipal de Canena. Se trata de dos cartas de venta de medio barco de madera, que está en el río de Guadalimar, en el puerto del Vado las Ollas, junto a los molinos. La primera venta se hace el 22 de agosto de 1598. Por ella, Fernán Sánchez Moratalla y María Coba, su mujer, venden por treinta y cinco ducados la mitad de un barco de madera, que tienen en compañía de Juan Ruiz de Arroyo, a Francisco López Cerrillo y a María Fernández, su mujer, ermitaños que han sido en la ermita del Val, residentes en esta dicha villa.

Sepan cuantos esta carta de venta vieren como nos, Fernán Sánchez Moratalla y yo, María Coba, su mujer, vecinos que somos de esta villa de Canena…, otorgamos y conocemos que vendemos por juro de heredad a vos Francisco López Cerrillo y María Fernández, su mujer, ermitaños que han sido en la ermita del Val, residentes en esta dicha villa..., la mitad de un barco de madera, que habemos y tenemos en compañía de Juan Ruiz de Arroyo, vecino de esta villa, que está en el río de Guadalimar, en el puerto de Vado las Ollas, junto a los molinos, el cual medio barco está libre de censo e hipoteca, empeño especial ni general que no lo tiene..., por treinta y cinco ducados en reales, que por compra del dicho medio barco nos dieron y pagaron los dichos compradores en dineros contados y pasaron de su poder al nuestro realmente… En testimonio de lo cual otorgo esta carta ante el escribano público y testigos de yuso escritos, en la villa de Canena, en veintidós días dwel mes de agosto de mil y quinientos y noventa y ocho años…


Apenas cuatro meses después, el 17 de diciembre de 1598, Francisco López Cerrillo y María Fernández venden esa mitad de barco que habían comprado en agosto, en esta ocasión por treinta y siete ducados, a Bartolomé Sánchez Arroyo y a Teresa Alonso, su mujer.

Sepan cuantos esta carta carta vieren como yo, Francisco López del Cerrillo, residente en la hermita de Nuestra Señora del Val, estante al presente en esta villa de Canena, otorgo por esta carta que vendo y robro y doy por juro de heredad para ahora y para siempre jamás a Bartolomé Sánchez de Arroyo y Teresa Alonso, su mujer, vecinos de esta dicha villa, la mitad de un barco que tengo en el río de Guadalimar en el puerto, junto a el molino del Vado las Ollas, que esta mitad de barco compré de Fernán Sánchez Moratalla,vecino de esta villa, el cual lo doy libre de censo e hipoteca y empeño especial ni general, que no lo tiene..., por precio de treinta y siete ducados en reales... En testimonio de lo cual otorgue la presente en la villa de Canena, a diez y siete días del mes de diciembre año del nacimiento de nuestro señor Jesucristo de mil y quinientos y ochenta y ocho años…. (por error indican 1588, cuando debe ser 1598).


Estos documentos responden a una tipología frecuente en la época, siendo la mayor parte un formulario, en el que se cumplimentan de manera manual algunas partes, donde se especifican los datos concretos de los compradores, vendedores, objeto de la compraventa, precio… En este caso el escribano ante el que se suscriben estas cartas de venta es Francisco Gallego.


De su análisis podemos obtener alguno datos interesantes, si bien nos quedan algunas incógnitas por resolver. En el Vado de las Ollas existía a finales del siglo XVI un “puerto”, en el que había al menos un barco de madera para cruzar el río, barco que compartían dos propietarios, vecinos de Canena. Uno de ellos vende su mitad al ermitaño de la ermita de la Virgen del Val, que unos meses después también la vende a otro vecino de Canena. Junto al puerto, en el río, había unos molinos, que debían ser de harina.


No sabemos desde cuándo estuvo operativo ese paso en el río Guadalimar. Sería el paso natural hacia Náquez, que posiblemente desde el siglo XIII estuviera bajo la jurisdicción de la villa de Canena, y hacia otros cortijos de aquel lado del río Guadalimar y del río Guadalén. Aguas arriba, el río Guadalimar se podía cruzar por el Puente de los Escuderos, también denominado Puente Viejo. Aguas abajo, hacía unas décadas que se había construido otro puente, a la altura de la actual Peñarrubia, que posiblemente estuviera terminado a mitad del siglo XVI, pero que tuvo una vida efímera, ya que unas décadas después se hundieron sus arcos centrales y ya no se volvió a reconstruir, sin que todavía se haya determinado la fecha exacta en que se hundió. El que en 1598 estuviera funcionando este barco de madera en el Vado de las Ollas para cruzar el río Guadalimar podría indicar que la Puente Quebrada, como luego se le ha denominado, ya se había arruinado, pero no es un dato concluyente. Tampoco sabemos si los propietarios del barco lo explotaban directamente, ya que nada se nos dice al respecto. En fin, nos quedan algunas incógnitas pendientes de resolver, sobre las que quizá en el futuro la aparición de otros documentos pueda arrojarnos luz.


Por otra parte, los compradores, y luego vendedores del medio barco, resultan ser los ermitaños de la ermita del Val. No es la primera vez que nos han aparecido referencias a la Ermita de la Virgen del Val, tanto en el siglo XVI como en siglos posteriores. Por estos documentos sabemos que a finales del siglo XVI la ermita existe como tal y tiene a su cargo unos ermitaños. En cambio, a principios del siglo XIX ya está arruinada, según la noticia que aparece en el deslinde del término de Canena realizado en 1819, donde se dice que desde el anterior mojón se continuó vía recta a buscar las ruinas de una Hermita que se dice fue de Nuestra Señora del Val. Se ubicaba junto al arroyo de la Yedra, en el límite entre los términos municipales de Rus y Canena, probablemente en la margen derecha de dicho arroyo.


1Estos planos parcelarios se pueden consultar en la web del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. En concreto, el enlace a este plano es http://cartoteca.ieca.junta-andalucia.es/institutodeestadisticaycartografia/cartoteca/buscar/getetiqueta/id/30457


Texto de José Luis Reyes Lorite

No hay comentarios:

Publicar un comentario