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Restos existentes actualmente en el lugar donde estuvo la Ermita de San Marcos |
Ya hablamos sobre la
desaparecida Ermita de San Marcos en nuestro blog (aquí),
y se citaban las referencias a su posible origen, la tradición de la
fiesta del Patrón… , transcribiéndose la cita que se hace en el
Diccionario de Madoz1:
El santo patrono es San
Marcos, cuya festividad se celebra en su día en la parroquia, por
haberse demolido su ermita particular:
concurren a esta función muchas gentes de las inmediaciones, y se
solemniza con música, iluminación, fuegos pirotécnicos,
distribución de miles de roscos a todos los concurrentes, y a veces
vino y carne, que llaman caridades, con otros regocijos que hacen en
dicho día, 25 de abril, el más plausible del pueblo.
La
alusión a la demolición de la ermita en el Diccionario de Madoz
dejaba varias incógnitas por resolver. ¿Cuándo pudo producirse y
por qué motivo? ¿Fue demolida voluntariamente o se derrumbó? ¿Se
reutilizarían sus materiales?
En
las actas de las sesiones del Ayuntamiento he encontrado varias
referencias a la Ermita, que si no resuelven totalmente esas
incógnitas, sí arrojan luz sobre ellas.
La
primera de esas referencias es de la sesión de 12 de mayo de 1844,
en la que el
Señor Presidente manifestó que en la piedra de la Hermita arruinada
de San Marcos extramuros de esta población se notaba extravío en su
mayor parte y se completaría no preservándose de los codiciosos;
que pues esto no era fácil sin causar gastos permanentes que es
preciso evitar, proponía la venta en pública subasta con aplicación
su importe a los crecidos descubiertos en que se está con la
hacienda nacional por el 20 por ciento de propios y cinco de
arbitrios, repetidamente reclamados y a cuyo pago no puede
puntualizarse por falta de fondos. Habiéndose conferenciado
detenidamente sobre el particular, oído el parecer del Síndico, que
lo es interinamente el Regidor sexto por indisposición del
propietario, se acordó como se propone, previa tasación perítica
por Alonso Casado, de la cual se dé cuenta para determiner lo
conveniente y omitiéndose la formación de expediente separado en
obiación de gastos, con mérito a los pocos que ofreciera la
enajenación.
En
la siguiente sesión, el 26 de mayo, en
este estado pareció Alonso Casado, maestro de albañilería de esta
villa, y previo juramento que en la forma ordinaria le recibió el
Señor Alcalde Presidente, declaró haber pasado, en conformidad a lo
que el Secretario de la Corporación le hizo saber, a la Hermita
undida de San Marcos, extramuros de esta población, y reconocidos
atenta y detenidamente los escombros, ruinas y piedras que de la
misma restan, los tasa en venta en cuatrocientos cincuenta reales de
vellón, que no valen más, según sus conocimientos en la materia y
atendido el mal estado de los materiales y costos de su saca, y que
en el aprecio ha procedido bien y legalmente. La corporación en su
consecuencia acordó conforme el acta del día doce, que se fijen
edictos convocando licitadores, admitiendo proposiciones que cubran
las dos terceras partes y señalando para el vecino remate el 9 del
próximo junio, de diez a once de la mañana.
Un
mes después, en la sesión de 24 de junio, se
dio cuenta de que hasta ahora solo Miguel Chiclana se ha interesado
por la piedra y escombros de la Hermita de San Marcos, haciendo
postura en trescientos reales de vellón que justamente cubren las
dos terceras partes del aprecio, y se acordó se le remate formando
cargo de ellos al cobrador de propios mediante la aplicación que se
ha hecho al ramo.
La
ermita de San Marcos, por tanto, estaba arruinada y hundida en mayo
de 1844. Nada se dice de qué motivo había causado esa ruina, aunque
probablemente sería su abandono desde hacía tiempo, ya que parece
que desde finales del siglo XVIII estaba cerrada. En el Archivo
Municipal faltan las actas de las sesiones del Ayuntamiento de 1728 a
1823 y desde este último año hasta 1844 solo se encuentran las de
los años 1828, 1834, 1835, 1842 y 1843, y en algunos de esos años
con ciertas lagunas; en las existentes, no hay ninguna referencia
anterior a la del 12 de mayo de 1844; no he podido consultar la
documentación del Archivo Parroquial de esos años, actualmente
depositada en el Archivo Diocesano de Jaén. Por tanto, solo podemos
hacer conjeturas de cómo se produjo la ruina de la Ermita;
probablemente su progresivo deterioro provocaría su hundimiento en
algún momento anterior a mayo de 1844 y hay que pensar que el
derrumbe de los muros no sería total.
En
cualquier caso, aunque el Concejo intentaba evitarlo, los vecinos se
estaban llevando las piedras, por lo que el 12 de mayo de 1844,
antes de que se complete su extravío,
se decide su venta en pública subasta; para ello previamente se
procede a tasar los materiales, trabajo que se encomienda al maestro
de albañilería de la villa, Alonso Casado, que una vez reconocidos
los escombros,
ruinas y piedras,
los tasa en cuatrocientos cincuenta reales de vellón, atendiendo al
mal estado
de los materiales y costos de su saca. De
estas expresiones podemos deducir el estado arruinado de la Ermita,
donde se hace la distinción -aunque en parte formarían un todo-
entre escombros (los restos de cal, arena, ripios…), ruinas
(posiblemente se refiera a la parte de los muros no derrumbada) y
piedras (sillares y sillarejos sueltos, caídos).2
Las
actas también nos dan información de los apuros por los que pasaba
la hacienda local, incapaz de tener ingresos suficientes para saldar
la deuda con la hacienda nacional, por lo que la subasta de las
piedras de la Ermita le puede suponer una fuente de ingresos extra
para los Propios del Concejo.
A
esa subasta solo se presenta un licitador, Miguel Chiclana, ofertando
además la cantidad mínima permitida, trescientos reales de vellón,
las dos terceras partes del precio de salida. Nacido en 1790, vivía
en la calle Jamila3.
¿A qué destinó la piedra? Nos movemos de nuevo en el terreno de
las conjeturas. Sobre él no tengo más datos; sí sobre su yerno,
Juan Manuel Godoy Anguís, casado con su hija Cándida Chiclana
Jesús, nacido en 1822, hortelano; también será hortelano el hijo
de Juan Manuel, Juan Godoy Chiclana, nacido en 1872. Hago referencia
a esta información, para no descartar la hipótesis de que parte de
la piedra de la Ermita de San Marcos se utilizara para la
construcción de la casa de la huerta próxima a ella, que ha estado
en pie hasta hace pocos años, si bien no tengo ninguna certeza de
que estos hortelanos cultivaran esa huerta. De todas formas, otra
hipótesis, que no es excluyente con la anterior, es que Miguel
Chiclana destinara
la piedra a
la construcción de su propia casa o para venderla como material
constructivo a otros vecinos.
Pero
en la Ermita también había maderas, que tras su derrumbe se
trasladaron a la Iglesia Parroquial, y así se recoge en las actas de
abril y mayo de 1845. En la sesión de 27 de abril, se
conferenció sobre que sería útil y conveniente la venta de varias
maderas que se conservan en la Iglesia Parroquial procedentes de la
Hermita undida de S. Marcos, de cuyo valor le va haciendo perder el
tiempo, y su importe aplicarlo a la solvencia de los descubiertos a
la Hacienda Nacional por el 20 por 100 de propios y cinco de
arbitrios, a que no puede atenderse sin un repartimiento vecinal,
puesto que los ingresos del caudal no son bastantes a cubrir sus
cargos, y que el Pueblo de otra parte que haya recargado con más
peso de contribuciones que ha pagado en ningún tiempo. Se acordó la
venta a justa tasación perítica.
Y
en la sesión de 29 de mayo, se
dio cuenta de un oficio de la Delegación de rentas previniendo el
pago de 2000 y más reales que se adeudan por contingente de propios
de 1842, 43 y 44. Teniéndose presente que la causa de esos débitos
es no ser bastantes los ingresos del caudal común a cubrir sus
obligaciones y cargos de justicia, se acordó atender en parte a su
solvencia con el importe de la piedra y maderas de la Hermita de S.
Marcos, que se vendieron en pública subasta.
Por
tanto, como en el caso de las piedras, también se venden las maderas
en pública subasta, aunque en este caso desconocemos el precio y el
comprador. La situación de la hacienda local no ha mejorado y no se
ve una solución a corto plazo, porque por una parte los ingresos del
caudal de propios no son bastantes para cubrir sus gastos y por otra,
la alternativa para recaudar los fondos necesarios, el repartimiento
vecinal -el mecanismo usual en esa época-, se intenta evitar, porque
el Pueblo se haya
recargado con más peso de contribuciones que ha pagado en ningún
tiempo. El
importe de la venta de las piedras y de la madera de la Ermita de
San Marcos solo serviría para atender en parte esa deuda.
Llama
la atención que fuera el Concejo, el Ayuntamiento, y no la Iglesia,
quien dispusiera de los materiales de la Ermita derrumbada. Hay que
pensar que se trataba de un edificio en ruinas, del que el Concejo
era el responsable de la custodia de sus materiales. Por otra parte,
estamos en una etapa de transición entre el estado señorial y el
estado liberal, donde todavía el poder civil y el eclesiástico
están muy interrelacionados. Unos años antes, en 1836, tuvo lugar
la desamortización de Mendizábal, de bienes eclesiásticos, y la
supresión del diezmo eclesiástico, en 1837, aunque la efectividad
de la medida se aplazó unos años, debido a las necesidades
financieras derivadas de la Primera Guerra Carlista; suprimido el
diezmo, en 1841 se crea una nueva contribución, la de culto y clero.
En
resumen, la Ermita de San Marcos, abandonada desde finales del siglo
XVIII, fue deteriorándose hasta derrumbarse, probablemente entre
1840-1844. El Ayuntamiento, ante el expolio de sus materiales y los
apuros de la hacienda local, decide la venta de su piedra y madera
-ésta previamente trasladada a la Iglesia Parroquial- en pública
subasta, para aplicar sus fondos a aminorar su deuda con la hacienda
nacional. La piedra la adquiere Miguel Chiclana, para reutilizarla
en la edificación de su propia casa o de las de otros vecinos, e
incluso pudo ser utilizada en la casa de la huerta de la Fuente
Nueva; el destino de la madera también sería similar.
Por
tanto, es sugerente pensar que todavía parte de la piedra y la
madera con la que se edificó la Ermita de San Marcos se encuentre en
muros, paredes, techos y entresuelos de algunas de las casas de
Canena. Y los restos existentes actualmente donde estuvo la Ermita,
¿son de una edificación original del entorno de la Ermita o se
levantaron al arruinarse ésta, para que quedara testimonio de dónde
estuvo? Esperemos que en el futuro se pueda encontrar documentación
que resuelva algunas de las incógnitas que seguimos teniendo sobre
lo que fue la Ermita de nuestro patrón, San Marcos.
1 Diccionario
Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de
Ultramar. Por Pascual Madoz. Madrid, 1845-1850. Volumen V, página
449.
2 Entre
los materiales no se incluye la madera, que, como veremos, se había
guardado en la Iglesia Parroquial y será objeto de otra subasta en
el año siguiente, en 1845.
3 Fuente:
Padrón de vecinos de 1840. Archivo Municipal de Canena, Caja 53.
Texto de José Luis Reyes Lorite
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