Traigo hoy
un acuerdo del concejo de Canena de 28 de septiembre de 1612, hace más de 400
años. Por entonces no solo las plagas de langosta ocasionaban pérdidas de
cosechas. En este caso es la abundancia de pájaros, según se nos cuenta, la que
no deja sembrar cebada y otras semillas. Para poner remedio a esta situación,
el ayuntamiento acuerda que se maten pájaros y pagar dos reales por cada cien
pájaros, y para que quede constancia y se sepa que los pájaros ya se han
entregado, al entregarlos se le deben cortar los pies.
Esta es la
transcripción de ese acuerdo del concejo, de 28 de septiembre de 1612:
En
este cabildo se trató como esta villa y su término es muy perseguida de
pájaros, que los vecinos de ella no osan sembrar cebadas y otras semillas, y
para remedio de ello acordaron que se maten y a la persona que los matare se le
dé de los propios del concejo dos reales por cada ciento y que los que se
trajeren les corten los pies para que se vean que están pagados.
La
situación del campo en siglos pasados difería de la imagen que ofrece en la
actualidad. En documentos de los siglos XVI y XVII he encontrado topónimos como
loveruela, buitrera, buitrerilla… que nos dan una idea de la
biodiversidad que nos hemos ido dejando por el camino con la intensificación de
la agricultura. Todavía en las primeras décadas del siglo XX, a los que
entregaban alimañas (zorros, garduños, incluso algún lobo) el
ayuntamiento les pagaba una recompensa.
Texto de José Luis Reyes Lorite
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