lunes, 13 de abril de 2020

El crimen del carnicero de Canena


Tal día como hoy, hace 100 años, ocurrió en nuestro apacible pueblo un hecho tan siniestro y espeluznante que horrorizaría a todos y que vendría a ser uno de los sucesos más oscuros en la historia de Canena. Se trata del llamado "Crimen de los Corralillos" o como se le conocería fuera de nuestro pueblo, el "Crimen del Carnicero de Canena".

Quizás alguno de vosotros hayáis oído hablar a los mayores sobre éste hecho, o incluso hayáis podido leer sobre el tema en alguna de las diversas publicaciones que se han hecho dando a conocer tal asunto. El caso es que, debido a la gravedad y la repercusión del mencionado crimen, junto con diversas circunstancias que ocurrieron en relación con la ejecución de la pena, también de una cierta repercusión, hemos querido compartir con el lector esta tragedia, que sin duda, nos sobrecogerá por su dureza y a la vez nos sorprenderá al pensar que en nuestro pueblo pudiera ocurrir un hecho tan cruento.

Antes de pasar a relatar el suceso en sí, pongámonos en situación. Manuela Godoy y Alonso Lorite es un matrimonio que vive en una casa en la calle Altozano, concretamente en “los corralillos” junto con sus cinco hijos, a saber: Andrés, Francisco, María, Ildefonso y Lucía de 17, 15, 10, 3 años y 2 meses respectivamente. La familia tiene arrendado el cortijo “Los Marines” a medio camino entre Miralrío y Guadalén (aún no existían estos núcleos de población, que se crearían en las décadas de 1960 y 1950 respectivamente, por el Instituto Nacional de Colonización), en el término municipal de Vilches. Alonso se gana la vida cosechando trigo y sus dos hijos mayores le ayudan en las tareas del campo. Éste entrega a Manuela el dinero que obtiene por la venta del grano. Aquel año además la cosecha es buena. Alguien en el pueblo la observa pagar con un billete. Ésta ignora que es vigilada y se convierte -sin saberlo- en el punto de mira de una mente despreciable.

¿Cómo ocurrió el crimen?


Son las dos de la madrugada del martes 13 de Abril de 1920. A esas horas, es de suponer el silencio sepulcral que reina en la Calle Altozano, más a sabiendas que en aquellos años el número de viviendas en la calle era muy inferior al que hay hoy. Todos duermen.

Dos hombres caminan silenciosos en la noche con un objetivo claro: robar a Manuela y Alonso el dinero de la venta del grano. Estos llevan la cabeza tapada con un saco y portan una palanca. Ambos saben bien que en la vivienda no estarán Alonso ni sus dos hijos mayores, ya que se encuentran en el cortijo.

Al llegar al lugar, saltan la tapia y arrancan la reja de la ventana trasera haciendo uso de la herramienta que llevan consigo. Una vez en el interior de la vivienda, comienzan a registrarlo todo y tras el ruido ocasionado, Manuela despierta. Al asomar por la puerta,  ésta se queda paralizada al ver aproximarse a dos personas encapuchadas portando uno un gran cuchillo y el otro una pistola y un candil. Fruto del pánico, comienza a gritar y uno de los ladrones, tras ser descubierto, hunde su cuchillo sobre la mujer, aferrándose con todas sus fuerzas a él y seccionándole a ésta los tendones. Manuela es corpulenta y tras intentar defenderse, el agresor se auxilia de su acompañante. Tras un forcejeo, el que porta el cuchillo hunde la hoja en el cuello de la mujer, así hasta cuatro veces y en poco tiempo muere desangrada.

Los pequeños María e Ildefonso (de 10 y 3 años) lloran desconsolados pero al poco se hace el silencio. Éstos también son presa de los asaltantes, precisamente para evitar que más adelante pudieran delatarlos. Ambos caen a pocos metros de la madre con el cuello seccionado. Lucía, el bebé de tan sólo dos meses, que está en la cuna, es asesinada con idéntico procedimiento con el objetivo de apagar su llanto. Los ladrones, antes de huir, consiguen un botín de 370 pesetas que la familia guardaba.

Varios vecinos acuden a la casa tras escuchar los ruidos. Al observar los daños en la ventana ven que algo ha ocurrido. Ya en el interior, descubren un espectáculo dantesco. Hay sangre por todos sitios. Manuela junto con sus tres hijos pequeños habían sido degollados.

Noticia publicada en el periódico El Heraldo de Madrid el 17 de Abril de 1920. Fuente: Biblioteca Hispánica Nacional

 
Noticia publicada en el periódico El Sol el 17 de Abril de 1920. Fuente: Biblioteca Hispánica Nacional

Tal y como puede apreciarse tras la lectura de los periódicos de la época que a tal efecto se hicieron eco de este suceso, lo relatado es a veces inexacto pero nos sirve para demostrar la repercusión que tuvieron los hechos acaecidos. En ambas noticias se relata lo sucedido resaltando lo sangriento y horrible del caso.

¿Cómo se logró dar con el asesino?


Inmediatamente después del suceso se da aviso al puesto de la Guardia Civil de Rus y al médico de Canena D. Juan Ramón Reyes Godoy quien junto con el juez y el médico forense, tras reconocer a todas las víctimas concluye en su informe que todos los cortes son limpios y profundos por lo que debieron hacerse con un cuchillo muy afilado. Además, todas las heridas están hechas en el lateral derecho del cuello, con trayectoria descendente por lo que no había duda, el asesino es zurdo. Estas pistas serían fundamentales para la posterior resolución del crimen.

Don Juan Ramón Reyes Godoy (primero por la derecha), médico de Canena que venía ejerciendo su labor desde 1917 (foto tomada en la comida homenaje que se le dió en Canena, tras su jubilación). Su participación fué clave en la resolución del caso. Fuente: Canena: Crónica del Siglo XX. Volumen I

En Canena todo el mundo se pregunta quién había sido capaz de aquel horror. Se niegan a reconocer que el criminal pudiera ser del pueblo y apuntan sospechas sobre varios forasteros que se habían establecido recientemente en pueblos cercanos. Pero lo cierto y verdad es que no todo el mundo sabía que Manuela tenía el dinero de la venta del grano y la Guardia Civil sospecha desde el primer momento que el autor fuese algún vecino o conocido, ya que los hechos se han producido aguardando la ausencia de Alonso y de sus dos hijos mayores.

El entierro es multitudinario. Todo el pueblo se echa a la calle, se cierran comercios, escuela y los hombres no van al tajo. La parroquia de Nuestra Señora de la Inmaculada se queda pequeña para dar el último adiós a Manuela, María, Ildefonso y Lucía. Alonso y los dos hijos mayores, Andrés y Francisco, hundidos por el dolor, jamás volverían a aquella casa maldita de los corralillos y se instalan en el domicilio de su tía Marina.

A nivel institucional, el Ayuntamiento de Canena, reunido en pleno, manifiesta “los sentimientos de la corporación y del vecindario en general, justamente indignado, en señal de duelo y protesta”, cuya acta reproducimos a continuación.

 Acta de pleno del Ayuntamiento de Canena de 15 de Abril de 1920. Archivo Municipal de Canena. Mis agradecimientos a José Luis Reyes Lorite por facilitarme la reproducción de la misma


Sres que asisten: D. Manuel Godoy García, D. Manuel Godoy Reyes, D. Manuel Aniceto Reyes, D. Juan Antonio López García, D. Miguel Lorite Ramírez, D. José Lorite Díaz, D. Álvaro Beltrán López.

En la villa de Canena, a quince de Abril de mil novecientos veinte, siendo las diez, se reunieron en las Casas Consistoriales, presididos por el Sr. Alcalde Don Manuel Godoy García, los señores cuyos nombres al margen se expresan al objeto de celebrar sesión ordinaria. Por mí el Secretario se dio lectura de la anterior, que fue aprobada; se dio cuenta de la correspondencia oficial y se acordó su cumplimiento.
Abierta la sesión, el señor presidente hizo una referencia del hecho criminal ocurrido en la noche del doce de los corrientes y en el domicilio del vecino Ildefonso Lorite Serrano, de cuyo hecho resulta asesinada la mujer de este y tres hijos de corta edad; ante crimen tan horrendo y creyendo interpretar los sentimientos de la corporación y del vecindario en general, justamente indignado, proponía que la sesión se levantara en señal de duelo y de protesta.
La corporación por unanimidad acordó de conformidad con lo propuesto por el señor Presidente.
Con lo que se dio por terminado el acto, firmando esta acta lo señores presentes, de que yo, el Secretario, certifico.

Durante la misma noche de los hechos, se forman grupos de gente para tratar de localizar al asesino, pero la Guardia Civil, en un intento de apaciguar los ánimos, disuelve tanta histeria colectiva. Todo el mundo comienza a sospechar entre sí y es precisamente eso lo que lleva a desvelar al asesino. Juan de Dios Jurado Ortega “el carnicero” no había abierto su establecimiento, sin tener un motivo aparente. Su destreza con los cuchillos era manifiesta y además era zurdo. Por lo que la orden de búsqueda y captura no tarda en llegar. Éste confiesa todo ante la Guardia Civil. Justifica su acción por haber contraído deudas con el juego de las cartas. Su cómplice había sido Mariano Guillén, un amigo al que le había prometido una parte del botín. Del dinero robado, tan sólo se recuperan 75 pesetas. El pueblo, al conocer de su detención, se echa a la calle clamando justicia. Nadie podía imaginar que este amable tendero de 23 años hubiera cometido tan atroz acto.

¿Cómo se desarrolló el proceso judicial?


Por competencia territorial, le correspondió al Juez de Instrucción de Úbeda la llevanza de éste asunto y tanto Juan de Dios como Mariano fueron llevados a la prisión de Úbeda. Al llegar al lugar, un gentío inmenso le esperaba con una lluvia de insultos y peticiones de justicia. A duras penas, los agentes de la Benemérita pudieron hacer frente a esa masa enardecida.


Más adelante y como si de una película se tratara, Juan de Dios, junto con otros tres presos, concretamente el 10 de Diciembre de 1921, consiguió fugarse de la cárcel a través de un agujero que lograron hacer en la pared valiéndose para ello de unas agujas que utilizaban para trabajar el esparto en los talleres de la cárcel. Días más tarde, el 29 de Diciembre sería detenido en Cambil o Pegalajar (hay informaciones contradictorias al respecto aunque son municipios que se hayan muy próximos entre sí), tras ser encontrado debajo de una oliva prácticamente muerto de frio. Éste sería conducido a la espera de juicio a la prisión provincial de Jaén, que por entonces estaba ubicada en el antiguo Convento de la Coronada, cuya portada principal, como curiosidad del lector, había sido trasladada a la Iglesia de Santa María de Linares.

El juicio, en medio de una gran expectación, se celebró el 18 de Julio de 1922. El Fiscal había solicitado la pena de muerte para ambos procesados por considerar acreditados cuatro delitos de asesinato. En la vista oral también testificó el médico de Canena Don Juan Ramón Reyes Godoy, y tras declarar que la fortaleza física de Juan de Dios hubiera sido suficiente para derribar a Manuela, junto con la demostración de un cierto grado de “imbecilidad” del cómplice Mariano, eximieron a éste último de la pena capital.

Noticia publicada en el periódico La Voz el 19 de Julio de 1922 donde se señala la pena solicitada por el Ministerio Fiscal. Fuente: Biblioteca Hispánica Nacional

Cuatro días más tarde, el 22 de Julio, la Audiencia Provincial dió a conocer la sentencia con el siguiente fallo: cadena perpetua para Mariano Guillén Lorite y pena de muerte para Juan de Dios Jurado Ortega. Tras conocer la sentencia, días más tarde Juan de Dios interpondría recurso de casación ante el Tribunal Supremo, que sería desestimado.

Noticia publicada en el periódico La Voz el 22 de Julio de 1922 donde resaltan las deficiencias mentales de Mariano Guillén y dan a conocer el fallo de la sentencia. Fuente: Biblioteca Hispánica Nacional

¿Fue ejecutada la sentencia?


Ya en aquellos años se venía produciendo una progresiva humanización de las penas privativas de libertad y la pena de muerte, mal vista ya en la sociedad, quedaba relegada a sólo unos cuantos casos de gran alarma social. Posteriormente, y tras el inicio de la Guerra Civil Española en el año 1936 y la posguerra, habría multitud de ejecuciones con pena de muerte.

La Diputación Provincial así como el Pueblo Católico solicitaron al Rey Alfonso XIII así como al Directorio Militar, el indulto de Juan de Dios y su permuta por cadena perpetua. Asimismo, hubo mucha repercusión en la prensa ya que había muchos detractores de la pena de muerte.

Noticia publicada en el periódico La Libertad el 10 de Febrero de 1924 pidiendo el indulto de Juan de Dios. Fuente: Biblioteca Hispánica Nacional

Juan de Dios había sido condenado en sentencia firme a pena de muerte por garrote vil. Ésta era una máquina utilizada para aplicar la pena capital y que consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al girarlo, producía la muerte en el reo por la rotura de la columna vertebral a la altura del cuello. Esto produce un coma cerebral y la muerte es instantánea, condicionado eso sí, a la fuerza física del verdugo y a la resistencia del cuello del reo.

Garrote vil. Fuente: Wikipedia

Después de todas las súplicas, el Directorio Militar informó negativamente y la ejecución de la pena capital quedó fijada para el día 12 de Febrero de 1924. El verdugo fue Casimiro Municio Agueda, procedente de la Audiencia de Madrid, ya que el verdugo de la Audiencia de Sevilla no se encontraba disponible. Aquel era su primer trabajo y los nervios se apoderaron de él. Por contra de lo que se podía esperar de un “aprietagañotes”, cuentan que Casimiro era un hombre bueno y desubicado que sólo buscaba salir de la miseria y que, además, como declararía años más tarde, estaba a favor de la abolición de la pena de muerte.

Fotografía de Casimiro Municio Agueda, verdugo de la Audiencia de Madrid y ejecutor del condenado Juan de Dios Jurado Ortega. Fuente: Wikipedia

Llegado el momento de la ejecución, el ejecutor sudaba y resoplaba. El temblor del verdugo así como su nerviosismo eran patentes y Juan de Dios, el que iba a ser su primera víctima le gritó: “Tienes menos huevos a matarme que yo a morirme”. Aquel improperio junto con las miradas del juez, del párroco, del director de la prisión de la Coronada y demás asistentes, no hicieron otra cosa que aumentar la histeria del verdugo, el cual comenzó a dar vueltas al torniquete para acabar rápido con su cometido. Juan de Dios aullaba y el verdugo no conseguía dar fin a aquellos momentos interminables. Por fin, Casimiro logró acabar con aquello. Su pésima actuación reforzó los argumentos de los detractores de la pena de muerte.

Juan de Dios Jurado Ortega sería enterrado en el “corralillo de los ahorcados” en el Cementerio de San Eufrasio de Jaén, en una fosa común. Su ejecución pasaría a la historia como la última en la que se aplicó por la justicia común la pena capital por garrote vil en la provincia de Jaén.

Noticia publicada en el periódico La Voz el 12 de Febrero de 1924 donde se informa acerca de la ejecución del "Carnicero de Canena". Fuente: Biblioteca Hispánica Nacional

Para dar cuenta de la repercusión que el crimen tuvo entre la población, paso a reproducir unos versos que se escribieron y que, en conjunto, resumen todo lo acontecido:

"El Crimen de Canena"
Por Luis Valero

Con versos muy dolorosos
los declaro envuelto en pena
un crimen muy horroroso
ejecutado en Canena,
por dos seres ambiciosos.

El crimen dictado aquí,
tengan ustedes presente
que ocurrió el doce de abril
de mil novecientos veinte.

Según noticias yo tengo
el crimen lo ejecutó,
un hijo del mismo pueblo
que su nombre es Juan de Dios.

Este nombre y apellido
cuanta lástima me dá,
de que lo haya tenido
un hombre tan criminal.

Un tipo tan sin razón
sus obras le son testigo,
en vez de ser Juan de Dios
es hijo del enemigo
por asesino y ladrón.

El Sr. De Juan de Dios
mejor dicho de Luzbel
a Guillén lo conquistó
para que fuera con él
y el infame lo acertó
porque también quiso ser,
cómplice del matador.

Estas dos malditas fieras
aguardaron la ocasión
de que su esposo estuviera
fuera de la población.

Según el personal dijo
el padre y el hijo estaban
trabajando en un cortijo
por ver como sustentaban
una mujer y tres hijos
que en su casa se quedaban.

Después que el pacto hicieron
los dos de muy buena gana
con dos sacos se cubrieron
y escalando una ventana
en la casa se metieron.

Estos verdugos troneras
después de ir disfrazaos,
por que no los conocieran
se pusieron mascaraos.

Y como lobos hambrientos
que así se debe decir,
para hacer crimen sangriento
encendieron un candil.

Después los malos ….
se internaron donde había
unos seres muy inocentes
que con su madre dormían
la agonía de la muerte
que un Herodes les tenia.

El carnicero tirano
contra Dios se reveló
con un cuchillo en la mano
y a la madre sorprendió.

Contra ella acometieron
Manuela le pedía clemencia,
y defendiendo el dinero
hizo alguna resistencia.

Bregando con su enemigo
la careta le arrancó.
bribón ya te he conocido
nunca creí Juan de Dios,
de que tu hicieras conmigo
tan estupenda traición.

El criminal no la deja
contra ella acometió,
la cogió como una oveja
y a la infeliz degolló.

Aquel bribón miserable
con su ingrato corazón,
después de matar a la madre
se fue a la hija mayor.

Una niña tan amable
presenciando aquella escena,
de ver morir a su madre
se encontraba envuelta en pena.

El ver venir al impío
María se arrodilló, y le decía chache mío
déjame vivir por Dios
y a estos dos hermanos míos
tenles también compasión.

Pero el ingrato ….
a su ruego no atendió,
se lanzó contra la niña
y también la degolló.

Después de hacer las 2 muertes
que corazón no tendría,
pa matar dos inocentes
que en su lecho se dormían.

Al ver aquel criminal
hecha la carnicería
se agarraron a buscar
el dinero que allí había.

Se quitaron las caretas
y hartos de registrar,
unas trescientas pesetas
se pudieron encontrar
y a Guillén le entregó de estas
treinta y cinco nada más.

A la calle se marcharon
aquellos dos miserables
y los pobres se quedaron
todos bañados en sangre
de la que habían derramado.

Los vecinos a otro día
al ver las puertas cerrás
y el silencio que había
principiaron a llamar
y como no respondían
fueron a la autoridad
a decir lo que ocurría.

Y después que el parte daban
vuelven sus pasos atrás,
también con ellos marchaban
el juez y la autoridad
por ver lo que allí pasaba.

Cuando las puertas abrían
principian a registrar
Jesús que carnicería,
quien habrá sido el criminal
que haya hecho esta herejía.

A la calle se salieron
lleno de pena y dolor,
y por sospechas prendieron
al Sr. De Juan de Dios.

La autoridad muy amable
se tomaron el cuidado
de mandar llamar al padre
de los seres desgraciados.

Cuando el parte recibieron
él y un hijo que tenía,
hacia el pueblo se vinieron
sin saber lo que ocurría.

Entran los dos por Canena,
y salió mucho personal
les dicen con mucha pena
no podéis considerar
la horrible y sangrienta escena
que se os va a presentar.

Cuando a su casa llegaban
al encuentro le salían,
unos refrescos le daban
después que se los bebían
el caso se lo contaban:
padre e hijo en armonía
amargamente lloraban.

Fíjese bien el lector
el corazón que tendría
el padre y el hijo mayor,
cuando en su casa veían
aquella desolación.

Al criminal lo sacaron
provisto de guarnición,
y ante el juez lo llevaron
a dar su declaración.

Ante el Juez de Instrucción
se presentó el criminal,
le toman declaración
él se quiso disculpar
pero de que le sirvió
porque en su cara infernal
el pecao que cometió
no lo podría ocultar.

El crimen que ejecuté
no me deja sosegar
llamar a Antonio Guillén
que también metido está
en la escena tan cruel.

En seguida el Sr. Juez
se dirigió a la pareja
buscar a Antonio Guillén
y amarrao como una oveja
me lo presentan ustés.

Obedecieron al Juez
y en seguida se marcharon
buscando al Sr. Guillén;
y después que lo encontraron
lo presentaron también.

Después que se presentó
el Juez le dijo a Guillén
aquí el Sr. Juan de Dios
también acusa que usté
fue un asesino y ladrón.

Oigame usté Sr. Juez;
daré mi declaración
yo he sido el que alumbré
y el dinero que tomé
siete duros que él me dio
habla ese hombre muy bien
dijo el Sr. Juan de Dios.

Presten usté atención
a lo que voy a mandar
amarrar pronto a los dos
y marchar a la ciudad
sin ninguna detención.

Cuando salían por Canena
el pueblo se aglomeró,
diciendo a voces que muera
el asesino traidor.

Después pasaba por Rus,
salió mucho personal,
decían con aptitud
muera ese hombre infernal.

Uno le cortó una oreja,
otros le daban pinchazos,
y si no es por las parejas
me los hacen mil pedazos.

Cuando a Úbeda llegaron
se oían unos clamores,
dicen todos complicados
que mueran esos traidores
y que paguen su pecado.

Por las calles los bajaron
con todo el pueblo detrás,
a la cárcel los entraron
después no se sabe ná.

Qué lástima de Canena
personas de educación,
caritativas y buenas
y que tengan ese borrón.

Para los hombres malvados
no debe de haber clemencia
con arreglo a su pecado
deba ser la penitencia
y debe de ser picado.

Los padres que tengan hijos
darle buena educación
y suprimirles los vicios
que esa es nuestra perdición.

Y para la conclusión
como hombre de talento
pedir que nos libre Dios,
de los malos pensamientos
y que Dios nos guarde a tos.

El sobrecogimiento y el horror de aquella tragedia marcaron la vida de muchos vecinos de Canena, hasta entonces uno de los municipios más apacibles de la provincia. La familia de las víctimas nunca se recuperaría. El dolor y la desolación por la pérdida de sus seres queridos en tan horribles circunstancias no desaparecerían nunca. Nadie en el pueblo hubiera podido imaginar que entre los lugareños hubiera un alma tan retorcida como para acometer tan atroz e inhumano acto. Un crimen que conmocionó a la sociedad jiennense y que aún hoy, pervive en la memoria colectiva de nuestro pueblo.

Referencias

  • Sánchez Tostado, José Luis. Crónicas del Crimen. Suplemento Dominical del Diario Jaén. Domingo, 13 de Mayo de 2001.
  • Torres Godoy, Miguel y Martínez García, Pedro.  Canena: Crónica del Siglo XX. Volumen I. 2014. Páginas 92 a 95.
  • Archivo municipal de Canena. Acta de pleno del Ayuntamiento de Canena de 15 de Abril de 1920.
  • Ejecuciones en el Ejido de Belén. http://botilleriajaen.blogspot.com/
  • Casimiro Municio, el verdugo que estaba en contra de la pena de muerte. https://www.vozpopuli.com/
  • Garrote Vil. https://es.wikipedia.org/
  • Convento de la Coronada en Jaén. http://www.redjaen.es/

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