El Arroyo de la Salud, como
su nombre indica, ha estado vinculado a la higiene y la salud de los caneneros
y posiblemente por ello lo llamemos así. Algunas referencias he podido
encontrar en nuestro archivo municipal, una de ellas de 1918, y ahora que han
pasado cien años no está de más recordarla.
A principios del siglo XX
las condiciones higiénico-sanitarias eran muy precarias y constituían una de
las mayores preocupaciones de los poderes públicos, que trataban de adoptar
medidas para mejorarlas, para mitigar la aparición y propagación de
enfermedades infecciosas, que periódicamente se presentaban y suponían una de
las causas de mortalidad más importantes, y a veces adoptaban el carácter de
epidemias. Así sucedió en el otoño de
1918 en España con la gripe española, que tuvo una incidencia importante en
Canena, como ya pusimos de manifiesto aquí (http://historiasdecanena.blogspot.com/2017/10/canena-hace-un-siglo-una-boda.html).
Unos meses antes de que
llegara la epidemia de gripe, en la sesión del pleno del Ayuntamiento de Canena
de 18 de junio de 1918, la corporación acordó nombrar
vigilantes para evitar en este pueblo la intrusión de gitanos, titiriteros y
demás gente sospechosa de poder propagar la enfermedad del tifus, a los guardas
de campo y demás dependientes del ramo de seguridad y designar el sitio llamado
“Arroyo de la Salud” de este término para estación de desinfección.
También se acordó se dé conocimiento
de la circular del Sr. Gobernador de la provincia sobre sanidad al Inspector
municipal de sanidad para que ordene lo que estime conveniente respecto a la
desinfección de personas.
También relacionada con el tema
sanitario, se cita al Arroyo de la Salud en un acta de una sesión
extraordinaria de la Junta Municipal de Sanidad de 15 de enero de 1915, reunida
a instancias del médico y vocal de la citada Comisión, D. Manuel Reyes, en la
que se acuerda pedir 200 dosis de vacuna para la viruela al Instituto de
Ferrán, de Barcelona y tan pronto se reciba se haga saber al vecindario para
que se presenten en el Ayuntamiento a ser vacunados y revacunados, durante
cuatro días, sin interés de clase alguna.
También acordó la junta por unanimidad que para lavar las ropas de los que
hayan sufrido o sufran la enfermedad de viruelas se les señale el lavadero que
existe en el arroyo de la Salud, lo que se anunciará al público por bandos y
además a domicilio de los que sufran dicha enfermedad, por nota que facilitará
el vocal Don Manuel Reyes, médico titular de esta población, bajo la multa de
cinco pesetas a los contraventores, además de exigirles las responsabilidades a
que hubiere lugar.
Por tanto, puede pensarse que el
nombre de arroyo de la Salud dado a este lugar,
le puede venir de esta función que ha desempeñado de servir para la
higiene y salud pública, favorecido por el manantial, fuente y lavadero que
allí había. No sé exactamente desde cuándo se llama así; ya en el Diccionario
de Madoz se cita a la Fuente de la Salud, que dista 500 pasos de la población y
arroja cuatro dedos de agua.
Este terreno, de algo más de 1,17
hectáreas, era de los bienes de propios del Ayuntamiento, integrado en la
Dehesa de los Eriales, y, junto con el Cerro de la Cantera, permaneció como
patrimonio municipal cuando la “Edesa” se parceló y se repartió en suertes
entre los vecinos jornaleros y exsoldados veteranos de la Guerra de
Independencia en la primera mitad del siglo XIX. En el libro de inventarios y
balances del Ayuntamiento de Canena de 1911 se describe como un pedazo de tierra sobrante de la
“Dehesa de los Heriales” llamado “Arroyo de la Salud” de este término, con una
extensión superficial de una hectárea diez y siete áreas y cuarenta y dos
centiáreas, que linda al Norte con Domingo Chiclana, al Este con el Camino Alto
del Molino, al Sur, con el Camino del Cercado y al Oeste con el mismo Camino,
cuyo valor es de ochenta pesetas.
Su situación, más alejada del
pueblo que otras fuentes, ha propiciado ese destino más específico relacionado
con las medidas tendentes a evitar epidemias e infecciones. En décadas
posteriores, ya mejoradas las condiciones higiénico-sanitarias, en la segunda
mitad del siglo XX, esta fuente se ha seguido utilizando como lavadero marginal
(los lavaderos públicos eran los de la Fuente del Caño y Fuentenueva), destinado,
por ejemplo, a lavar los sacos, mantones…, usados en la recolección de la
aceituna, una vez que finalizaba la campaña; aunque la fuente ya no existe, por
suerte el lugar sigue ligado a la salud de los vecinos, hoy como parque
público, donde pasear y solazarse con las magníficas vistas de la campiña y la
Sierra Morena jiennense, que ya describiera Madoz.
Texto realizado por José Luis Reyes Lorite
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