lunes, 15 de febrero de 2021

La epidemia de peste de finales del siglo XVI en Canena

La historia se repite. Ahora estamos padeciendo los estragos de la pandemia del Covid y en siglos pasados hemos sufrido otras. La última, una de las más conocidas y virulentas, fue la de la gripe española, de 1918, a la que ya aludimos en este blog (aquí). Tanto ahora como entonces, las autoridades sanitarias tomaron una serie de medidas para minimizar sus efectos, entre ellas el confinamiento perimetral del pueblo. Esta medida se ha repetido a lo largo de nuestra historia en numerosas ocasiones, de las que hoy traemos a colación una de ellas, acaecida entre finales del siglo XVI y principios del XVII, hace más de cuatrocientos años.

A partir de 1580, la peste se instaló de forma casi endémica en la mitad sur de la Península Ibérica. Pero fue entre 1598 y 1603 cuando una nueva epidemia de peste afectó a casi toda la península y causó medio millón de muertos.

No sé si la peste llegó a Canena, pero sí produjo preocupación en su población y el concejo tomó medidas para evitar su propagación, estableciendo lo que hoy denominamos un confinamiento perimetral, para impedir que ningún forastero pudiera entrar en la población, si no trae testimonio de la sanidad que tuviere de donde fuere vecino.

Y para hacer efectivo ese confinamiento perimetral, para impedir la entrada de personas, se determinaron las “puertas” que había que guardar: la entrada por el camino del señor San Marcos y de los caminos de la Fuen Fría y del camino que viene a la fortaleza de esta villa y del camino que viene de hacia Ibros y que por ser estos los puertos donde entra esta villa, mandaron por ellos se guarde para que ninguna persona forastera entre en esta villa. Por lo que se indica en el texto, estos caminos debían ser los de más tránsito, aunque había otros.

El del señor San Marcos debe ser el que comunicaba Canena con el Puente de los Escuderos, la salida hacia la Fuente Nueva, denominado el de San Marcos por la ermita de San Marcos, que se erigía allí (artículo sobre la Ermita de San Marcos artículo sobre la ruina de la Ermita de San Marcos). El de la Fuen Fría sería el que iba a Baeza, en cuyo inicio, una vez cruzado el royo de la Yedra, estaba la Fuen Fría. El camino que viene a la fortaleza sería el camino alto de Rus, el que hoy conocemos como camino de los pinos. El de Ibros es el que hoy conduce hasta el pueblo vecino, cruzando el Puente Matadero, aunque pasado El Pilarejo se apartaría de la carretera actual a Ibros, para girar a la derecha, siguiendo el camino viejo a Ibros, casi perdido en algún tramo.

Había otros caminos, como el de Linares (que salía de Canena a la altura de la Fuente del Caño, cruzaba el royo de la Yedra para continuar camino de Linares por encima del Molinillo, y del que hoy apenas se conserva algún pequeño tramo, ya que la antigua carretera nacional y la actual autovía lo han hecho desaparecer), el camino bajo hacia Rus y el camino a Baeza por la Obispalía, pero debían ser menos importantes en esos años.

Dos son las referencias documentales que hemos encontrado en el archivo municipal de Canena, las dos de las actas del concejo de Canena, de 1598 y de 1600.


Acta de la sesión de 22 de julio de 1598

La primera es del 22 de julio de 1598, que transcribimos a continuación:


Así mismo dijeron que en toda esta comarca y en muchas ciudades, villas y lugares de estos reinos se guardan con grande instancia y se cerca de mal de peste que hay en lugares de junto a Madrid y otras partes, y conviene esta villa se guarde de las partes y lugares donde se entiende hay la dicha enfermedad y que se dé por puertas la entrada por el camino del señor San Marcos y de los caminos de la Fuen Fría y del camino que viene a la fortaleza de esta villa y del camino que viene de hacia Ibros y que por ser estos los puertos donde entra esta villa, mandaron por ellos se guarde para que ninguna persona forastera entre en esta villa si no trae testimonio de la sanidad que tuviere de donde fuere vecino, y que por vecindad se vayan guardando desde mañana las dichas puertas y con esto fenecieron el dicho cabildo y lo firmaron y rubricaron.

Según el texto, esos caminos se deben guardar por vecindad, lo que debe interpretarse como que debían ser los vecinos, de manera coordinada y posiblemente rotatoria, los que debían encargarse de esa guarda.

La segunda cita la encontramos pasados casi dos años, el 16 de julio de 1600.

Acta de la sesión de 16 de julio de 1600

Dice así:

Que se guarde

Así mismo dijeron que en toda esta comarca y en muchas ciudades, villas y lugares de estos reinos se guardan con grande instancia de mal de peste y de otra enfermedad contagiosa, y conviene esta dicha villa se guarden de las partes y lugares donde se entiende hay la dicha enfermedad y cerque las calles necesarias para que con más veras se guarde, y se comience a guardar hoy dicho día por vecindad y para ello se ponga las guardas necesarias, a las cuales mandaron se les notifique no dejen entrar en esta villa a ningún forastero que no tenga testimonio de que de la parte donde viene está sana de la dicha enfermedad, y que asimismo no entre ningún vecino que se entienda viene de las partes y lugares donde se dice la hay y hay la dicha enfermedad.

Sustancialmente es similar a la primera, tratando de evitarse que entre ninguna persona en el pueblo que pueda contagiar la peste, aunque aquí se cita la posibilidad de que hubiera otra enfermedad contagiosa, y se concreta que no solo no se deje entrar a los forasteros, sino tampoco a los vecinos que pudieran venir de lugares donde ya hubiera aparecido la enfermedad.

La consulta del libro de defunciones del archivo parroquial de Canena de estos años, hoy en el archivo diocesano de Jaén, nos podría confirmar los efectos que tuvo esta epidemia en Canena y la eficacia que pudieron tener estas medidas. Quizá algún día la podamos realizar.


Texto de José Luis Reyes Lorite

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